¿Cómo afecta la vitamina D al sistema inmune?
Es una prohormona esencial que favorece la regulación de los niveles de calcio y fósforo en sangre, actúa como un potente mediador en el sistema inmune. Conoce aquí más sobre sus grandes beneficios.
La vitamina D es un nutriente esencial que actúa como mediador en una serie de procesos metabólicos. Adolf Windaus, un científico alemán, identificó su estructura química en 1919 y la forma en que se sintetiza en la piel en respuesta a la luz solar ultravioleta. Posteriormente, en 1922, los científicos estadounidenses Elmer McCollum y Marguerite Davis aislaron purificaron la vitamina D2 a partir del aceite de hígado de bacalao. Se descubrió que también se encuentra en otros alimentos, como productos lácteos fortificados, champiñones y yemas de huevos.
¿Qué beneficios aporta la vitamina D?
La vitamina D es una prohormona importante en funciones vitales como en el metabolismo del calcio y el fósforo, que favorece el mantenimiento de huesos fuertes y la óptima absorción del calcio, ayudando a prevenir el raquitismo y la osteoporosis. También está involucrada en la regulación del sistema inmunitario a través de la producción de células que combaten las infecciones, como los glóbulos blancos.
¿Qué es el sistema inmunitario?
Es un conjunto de células, barreras y moléculas que nos defienden ante cualquier microorganismo extraño. La vitamina D actúa como un modulador en este sistema, uniéndose con su receptor y activando factores de transcripción en procesos como:
- Inducción de la diferenciación de monocitos en sangre a macrófagos, células dendríticas y osteoclastos, que son células altamente diferenciadas y el principal mecanismo de defensa natural del cuerpo ante las agresiones externas.
- Aumento de la tasa de fagocitosis, la primera línea de defensa del cuerpo como respuesta innata y adaptativa ante agentes patógenos.
- Aumento de la producción de enzimas lisosomales, que tienen la capacidad de destruir virus y bacterias, así como en procesos celulares de autodestrucción (apoptosis).
Específicamente la vitamina D3, es un compuesto que puede usarse como alternativa terapéutica en el tratamiento de enfermedades autoinmunes y tolerancia a injertos.
Entre los efectos que se le atribuyen:
Se encuentra la capacidad de disminuir la transcripción de los genes que codifican las interleucinas (IL) 2, 12, interferón y factores de necrosis tumoral, lo cual puede reducir la respuesta inmune excesiva que ocurre en estas condiciones.
Por otro lado, se ha observado que la vitamina D3 también aumenta la producción de IL-10, una citocina que actúa estimulando el sistema inmunitario de forma orgánica y que puede tener efectos antiinflamatorios y reguladores.
Además, también se ha relacionado con la regulación de la diferenciación y la activación de los linfocitos T y B, que son tipos de glóbulos blancos que desempeñan un papel crucial en la respuesta inmunitaria. Por lo tanto, se evidencia que la vitamina D3 podría tener un efecto beneficioso sobre la inmunidad en general, ayudando a equilibrar y regular su respuesta en diversas enfermedades.
Los linfocitos B y T son dos tipos de células que se forman a partir de las células madre de la médula ósea que desempeñan funciones diferentes en la defensa del cuerpo contra patógenos, como bacterias, células tumorales, virus y hongos.
Los linfocitos tienen receptores en su estructura llamadas inmunoglobulinas, que están compuestos principalmente por proteínas que se unen a estructuras identificadas como moléculas extrañas y las marcan para la destrucción por otras células del sistema inmunitario.
Es importante destacar que existen ciertas condiciones que pueden dificultar la obtención suficiente de vitamina D, como:
-Personas con piel oscura: Cuando hay cantidades altas de melanina, el pigmento que da color a la piel, reduce su capacidad para producir vitamina D a partir de la luz solar.
-Personas mayores: La piel de las personas mayores es menos eficiente para producir vitamina D a partir de la exposición solar, y también poseen mayor dificultad para absorber y utilizarla por medio de la alimentación.
-Personas con una dieta limitada: Aquellos que siguen una dieta restrictiva, como veganos o vegetarianos estrictos, pueden tener dificultades para obtener suficiente vitamina D a través de los alimentos, ya que la mayoría de los alimentos ricos en vitamina D son de origen animal.
-Personas con sobrepeso: La vitamina D es una vitamina soluble en grasa, lo que significa que se disuelve en grasas y aceites en lugar de agua. Esto dificulta su absorción en personas con un alto índice de grasa corporal(BFP).
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los efectos de la vitamina D en el organismo pueden ser tanto positivos como negativos, dependiendo de sus niveles basales y su absorción en el cuerpo.
La deficiencia de vitamina D puede afectar a tu nivel de energía y hacerte sentir cansado
La vitamina D es fundamental para el metabolismo energético y para la producción de ATP (adenosín trifosfato), la fuente principal de energía en el cuerpo. Si tu cuerpo no tiene vitamina D, puede haber una disminución suficiente en la producción de ATP y, por lo tanto, te sentirás con fatiga y cansancio.
También puede afectar el sistema muscular causando debilidad y dolor, así como puede contribuir a tener problemas de sueño y depresión.
Esto se debe a que la vitamina D tiene un efecto en el sistema nervioso central y en la producción de neurotransmisores, como la serotonina, que regulan el estado de ánimo.
Si sospechas que tu cansancio y falta de energía pueden estar relacionados con una deficiencia de vitamina D, consulta con un profesional de la salud para realizar pruebas y determinarlo. Si se confirma una deficiencia, se pueden tomar medidas para corregirla, como aumentar la exposición al sol, comer alimentos ricos en esta vitamina o tomar suplementos.
En caso de una deficiencia grave de vitamina D, el sistema inmunitario puede verse debilitado, aumentando el riesgo de infecciones respiratorias como la gripe y el resfriado común, así como de infecciones del tracto urinario, gastrointestinales y otras enfermedades infecciosas.
Se ha demostrado que una alteración metabólica de la vitamina D puede aumentar la incidencia de enfermedades autoinmunitarias, como la diabetes tipo 1, la esclerosis múltiple y la enfermedad inflamatoria intestinal.
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